Uno de los grandes personajes que ha surgido en esta década del 2000 ha sido el portugués José Mourinho. Pasó de ser en 10 años, segundo entrenador en el 96 bajo las ordenes de Bobby Robson en aquel Barça que por aquellos tiempos contaba con el mejor Ronaldo en sus filas, a ser el mejor entrenador del mundo en la actualidad. Estuvo entre esos años dos temporadas más con Van Gaal hasta que se fue a su país al Belenenses donde no terminó su contrato, Benfica y FC Porto, donde ganó 3 Ligas, dos copas, una UEFA y una Champions, y en la actualidad desde hace tres años trabaja en el Chelsea de Abramovich.
Es querido u odiado ahí por donde va, una persona que no pasa nunca desapercibida y que tiene, en la ironía y en la arrogancia sus mejores armas. Como él mismo dice: “Soy arrogante porque en el mundo del fútbol es necesario serlo. No me gusta meterme con la gente, pero tampoco me gusta que se metan conmigo”. A Mou no le importa la imagen que el transmite solamente le importa la proyección que da puertas adentro del vestuario y que le respeten sus jugadores.
Son muy recordados sus viajes con el Chelsea al Camp Nou en Champions League, en lo que se ha convertido en todo un clásico del fútbol europeo, tanto la rivalidad contra su persona de la grada como en su duelo personal con Frank Rijkaard. Pero es en estas salsas cuando más a gusto se encuentra el técnico portugués y cuando saca lo mejor de sí mismo. Frases tan recordadas como “el teatro de Messi”, “el Barcelona nunca nos ha ganado con 11”, su pique con el periodista catalán que le llamo “traductor”, “mi mejor equipo fue el FC Porto, no recuerdo a ningún equipo que defendiera tan bien” entre otras serán recordadas.
En definitiva, este es uno de los grandes del fútbol del siglo XXI, le pese a quien le pese, por sus éxitos deportivos y por su peculiar carácter. Debe corregir o mostrar menos su arrogancia.
viernes, 5 de enero de 2007
Uno de los grandes
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